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Fue recién a sus cuarenta y dos años que Jorge comenzó a intuir el sentido de su vida. Al parecer, todo fluía plácidamente, sin modificación alguna más que el constante cambio previsible (o no) de las cosas; nada de qué preocuparse. Sin embargo, hacía cerca de seis meses que Jorge venía teniendo encuentros extraños con gente cada vez más extraña. Esto le provocaba una inexplicable inquietud. No lograba comprender; se preguntaba de dónde había salido esta sensación desconocida, y a su vez, paradójicamente familiar.
La noche previa a su cumpleaños, haciendo un balance de los últimos tiempos, fue que notó esta constante. Cada vez que se encontraba con uno de ellos, se saldaban, se entendían; eran hondas sus almas, eran altas... El tiempo no debería existir para comprender el encuentro. Se reconocían, y de a poco despertaba su raza, se recordaban. Jorge por fin lo supo; a su mente vinieron recuerdos (o deseos futuros) donde se veía reunido con todos ellos, cerrando un pacto, atemporal. Juntos eran el Todo.
Con el correr de los días notó que, de a poco, su entorno y todo se volvía cristal; destellos de un cristal cada vez más puro y transparente. Allí se reflejaba él, en esa gente desconocida y familiar, desnuda y extraña...
Y entonces ahora sí; por primera vez, y por fin, todo tuvo sentido.
Fue recién a sus cuarenta y dos años que Jorge comenzó a intuir el sentido de su vida. Al parecer, todo fluía plácidamente, sin modificación alguna más que el constante cambio previsible (o no) de las cosas; nada de qué preocuparse. Sin embargo, hacía cerca de seis meses que Jorge venía teniendo encuentros extraños con gente cada vez más extraña. Esto le provocaba una inexplicable inquietud. No lograba comprender; se preguntaba de dónde había salido esta sensación desconocida, y a su vez, paradójicamente familiar.
La noche previa a su cumpleaños, haciendo un balance de los últimos tiempos, fue que notó esta constante. Cada vez que se encontraba con uno de ellos, se saldaban, se entendían; eran hondas sus almas, eran altas... El tiempo no debería existir para comprender el encuentro. Se reconocían, y de a poco despertaba su raza, se recordaban. Jorge por fin lo supo; a su mente vinieron recuerdos (o deseos futuros) donde se veía reunido con todos ellos, cerrando un pacto, atemporal. Juntos eran el Todo.
Con el correr de los días notó que, de a poco, su entorno y todo se volvía cristal; destellos de un cristal cada vez más puro y transparente. Allí se reflejaba él, en esa gente desconocida y familiar, desnuda y extraña...
Y entonces ahora sí; por primera vez, y por fin, todo tuvo sentido.
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6 comentarios:
¿Se encontró Jorge a sí mismo? Hay formas y formas de encontrarnos, de vernos y así poder ver a los "otros", a quienes se nos asemejan...
Besos.
Marcela: Será? (que se encontró a sí mismo) Encontró sentido... nada poco!
Gracias por pasar, beso!
Me gustó mucho el foco. Si todos entendiéramos que somos parte de un TODO,comenzaría otra Historia.
Irene: ESO ESO ESO!
de eso mismo se trata el texto!
ESA es la nueva historia que comenzó Jorge.
Hoy se te extrañó en clase...
Gracias por pasar!
Besote!
Desde el instante en que uno se encuentra, se reconoce , se acepta y se muestra tal cual es consigue reconocer y aceptar a otros... esos que nos completan y complementan en el universo. Diana.
Diana: así es, totalmente de acuerdo. "Dios los cría..." No es tarea fácil, pero de eso se trata ;)
Creo que nunca te había tenido por aquí...
Bienvenida a la Aldea!
Muchas gracias por tus palabras, beso!
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